No hay muchas cosas que me hagan saltar la tĂ©rmica, si quieren ponerlo en esos tĂ©rminos. Lo máximo que hice cuando un periodista, al referirse a la comunidad lectora, hablĂł de bookstagrammers, booktuber y tuiteros (¿?), no sĂłlo ignorando la existencia de bloggers sino tambiĂ©n nombrando a twitteros (repito lo anterior: ¿?), fue publicar un par de tweets pidiendo que nos llamen por nuestro nombre (si estudiás para mĂ©dico no te voy a llamar abogado, ¿o sĂ?).
Pero este domingo, mientras trabajaba (porque los púberes, como nos llama cuasi despectivamente el autor de la nota por más que hayan pasado años desde que dejamos atrás la pubertad, no sólo estudiamos sino que también trabajamos... incluso los domingos), me encontré con muchos booktubers utilizando el hashtag #RespectBooktubers. Entré de chusma a ver de qué hablaban, porque siempre hay algún que otro clickbait dando vueltas, y me encontré con "La literatura como espectáculo", una columna del diario Perfil firmada por Gonzalo Santos que habla sobre los booktubers y la literatura juvenil.
Si bien tenemos el honor de que el autor tambiĂ©n nos mencione a los bloggers y a los bookstagrammers, se centra principalmente en los booktubers. Y antes de seguir, quiero aclarar que lo menciono porque todos mis amigos que se dedican a esto en Youtube saben quĂ© pienso de la forma en la que lo utilizan, mis crĂticas y halagos, y mi opiniĂłn sobre las reseñas en formato audiovisual en general. Esto no quita que les saque mĂ©rito por su esfuerzo y por su labor, y se los hago saber. El que no me conoce no lo sabe, asĂ que querĂa dejarlo en claro antes de hablar de la nota.
Como estudiante de tercer año de ComunicaciĂłn Social (llamada Periodismo por muchos para quitarle mĂ©rito o para meterle concepciones negativas segĂşn su posicionamiento en la vida misma) suelo informarme al escribir, suelo buscar fuentes a la hora de informarme, y suelo leer crĂticas "profesionales" de libros, al igual que las de mis pares, porque si formo parte del ambiente creo que tengo que tener un panorama general de Ă©l. Eso es algo que los chicos entrevistados para la nota dijeron que no hacen, asĂ que me parece importante decirlo. Incluso leo crĂticas de autores que escriben en Perfil, cabe aclarar. Pero no por eso tengo más o menos derecho a hablar de libros.
Las fuentes, creo, son sĂşper importantes. Nombrarlas tambiĂ©n. Cuando Santos, el autor, habla de que "especialistas" dicen cosas como “ahora los chicos leen en comunidad”, jamás dice quĂ© especialistas. Esa frase en particular, porque puede ser que Santos no lo sepa (o quizás sĂ y decidiĂł ignorarlo, lo cual me parece peor), es de Cristina Alemany, actualmente editora de #numeral y con un largo recorrido en el ambiente. Uno dice su nombre y no hay persona que no la conozca, que no la haya escuchado nombrar, o que, a pesar de no conocerla en persona o por terceros, sabe quĂ© hizo por la literatura, principalmente la juvenil, en nuestro paĂs.
Digo eso porque, a mi parecer, es importante saber quiĂ©n dice las cosas cuando uno lee alguna afirmaciĂłn de ese estilo. Como cuando muchos se sensibilizan cuando muchos (errĂłneamente) nos llaman "crĂticos literarios", no es lo mismo decir "especialistas", sin especificar de quiĂ©n se habla para dejar que la mente del lector saque sus propias conclusiones, no siempre correctas, que decir "especialistas como Cristina Alemany, actual editora de #numeral (una editorial especializada en literatura juvenil), que hace más de veinte años trabaja en el ambiente". Digo, quĂ© sĂ© yo. Hablemos con hechos, porque si vamos a ningunear a toda una generaciĂłn que lee, en palabras de Santos, "novelitas", hagámoslo bien.
El autor aprovecha para compararnos constantemente con el gĂ©nero y movimiento (aunque no sea realmente un gĂ©nero) pulp, el cual fĂsicamente se caracteriza por ediciones baratas con tapas blandas y portadas llamativas. Pero tambiĂ©n es uno de los primero gĂ©neros (ponele) en introducir en la literatura populacha, aquella que por precio, entre otras cosas, podĂa llegarle a todos, historias con temáticas LGBT. Además, Lovecraft fue parte del pulp. Digo, por si sonaba a algo insultante... nos compara con un movimiento que comenzĂł a introducir rupturas de estructuras ya establecidas y que tuvo como uno de sus referentes a nada más ni nada menos que H.P. Lovecraft. Yo me siento halagada, a decir verdad.
Cuando habla de las caracterĂsticas compartida con los gĂ©neros del pulp y la literatura juvenil actual, habla de (y cito) "personajes sin mucho espesor psicolĂłgico con los que se puede generar una rápida empatĂa". Lo que a mĂ me gustarĂa saber, con el mayor de los respetos, es cuántos libros dentro del gĂ©nero "juvenil", denominado asĂ por el mercado, leyĂł Santos. Me gustarĂa saber si además de Harry Potter (porque al hablar de literatura infantil y juvenil todos sacan a relucir esta carta) y los libros de John Green (suponiendo que lo haya leĂdo), dos de los grandes exponentes del mercado de este tipo de literatura, pero no por eso buenos (en el caso de John Green, al menos en mi opiniĂłn), leyĂł otros de los grandes libros que recomendamos con personajes que tienen mucho espesor psicolĂłgico (¿¿¿???) y con los que nos identificamos o, como mĂnimo, desarrollamos empatĂa. EmpatĂa, que es algo que creo que a Ă©l y a muchĂsimos otros, comunicadores o no, les falta.
Quisiera saber si Santos leyĂł La LecciĂłn de August de R.J Palacio, que trata sobre un chico de 10 años con el SĂndrome de Treacher Collins que tiene que ir por primera vez a la escuela, en la que aprende a enfrentar obstáculos, a lidiar con la discriminaciĂłn, a conocer la amistad. TambiĂ©n quisiera saber si leyĂł El Ăšnico e Incomparable Iván de Katherine Applegate, que es una ficciĂłn sobre la historia real de un gorila de espalda plateada exhibido en un shopping, el cual enseña sobre crueldad animal, los derechos de los animales y la verdadera libertad. O GEORGE de Alex Gino (que trata, a travĂ©s de la ficciĂłn, la identidad de gĂ©nero en la infancia), o Yo fui esclava de Shyima Hall (una no ficciĂłn -si tanto molesta la lo no real- sobre la vida de la autora, en la que fue vendida por su familia como esclava), o Pointe de Brandy Colbert (que habla de temas complicados como los problemas alimenticios, el secuestro y el abuso sexual), etcĂ©tera, etcĂ©tera, etcĂ©tera.
Me gustarĂa saber cuántos libros de literatura juvenil leyĂł Santos para hablar (y cito) de "libros cuyo fin no es estĂ©tico sino econĂłmico –autores que buscan ganarse la vida escribiendo novelitas en un par de semanas–, y de los que la crĂtica “seria” no se ocupa, como tampoco se ocupa la escuela, lo que para un adolescente, se sabe, termina siendo un atractivo más". En una parte de la nota menciona a vampiros metrosexuales haciendo una menciĂłn implĂcita a CrepĂşsculo, libro que saliĂł en el 2005 (¡hace más de diez años! ¡Hay que actualizar el repertorio!) y que no fue más que uno de los tantos detonantes del boom de la literatura juvenil. Menciona a "novelitas en un par de semanas", cuando GEORGE (sĂłlo por poner un ejemplo de los muchos, muchĂsimos que hay) se gestĂł durante diez años antes de ser publicado por David Levithan, escritor y editor conocidĂsimo en el ámbito de la literatura LGBT. TambiĂ©n habla de la crĂtica "seria" y de cĂłmo esta no se ocupa, siendo que hace tiempo sus (nuestros, si hablo como estudiante y no como blogger) pares están ocupándose del tema... y que si uno no lo nota es porque, quizás, no le interesa el tema o lo que escribe el resto. Kudos a Fabiana Scherer por su secciĂłn #LectoresEnRed en La NaciĂłn, que al parecer no es un medio "serio".
Pero tambiĂ©n menciona algo en lo que estoy de acuerdo: la escuela no se ocupa de la literatura juvenil. Quizás, en lo que no estemos de acuerdo es en la opiniĂłn sobre esto: por un lado está bien, sĂ, pero por el otro está mal.
Está bien porque la escuela nos acerca a libros que "jamás tocarĂamos" (¿lo dice quiĂ©n?) de otra manera. Está mal porque seguimos leyendo historias escritas en un contexto muy diferente, para pĂşblico muy diferente, en condiciones y con objetivos extremadamente diferentes. Ahora, si me preguntan a mĂ, yo hubiera leĂdo el MartĂn Fierro si no me lo hubieran dado en el colegio... pero como tuve alguien que me obligaba a interpretar lo que la escuela querĂa que interprete en vez de dejarme primero hacer una lectura privada para despuĂ©s analizarlo en comunidad, no voy a volver a tocarlo hasta pasados los treinta. Y quedan nueve años para eso.
Se entiende a dĂłnde voy, ¿no? La discusiĂłn de la literatura en la escuela es algo que se tiene que dar (y que se viene dando), pero en la que no me quiero enfocar por el momento. La cuestiĂłn es, ¿hasta quĂ© punto es un "insulto", si se quiere, que la literatura juvenil no se trate en la escuela? Supongo que Santos piensa que estas "novelitas" no merecen ser tocadas en el ámbito educativo, porque eso es lo que da a entender... pero, ¿quiĂ©nes somos para opinar sobre las cuestiones que atraviesan a una generaciĂłn a la que no pertenecemos? Y me incluyo, porque yo hace unos largos (gracias a Dios) tres años que dejĂ© la secundaria. Pero estoy, tengo entendido, un poquito más cerca de ella que Santos.
Lo que no entiendo, tanto como estudiante de ComunicaciĂłn Social como lectora de la columna de opiniĂłn, es cuál es el objetivo de todo esto. Por un lado parece enfocarse en aclararnos que este movimiento no es algo nuevo porque en algĂşn momento existiĂł el pulp, por lo que lo nuestro no deberĂa de ser llamado novedoso o no deberĂa tomarse como un gran fenĂłmeno. Por otro, criticarnos porque somos jĂłvenes (con la utilizaciĂłn de palabras con mucha carga negativa, y corrĂjanme si me equivoco, como pĂşberes, video-niños, "videorreseñistas" -comillas puestas por el autor-...) y porque estamos en (y cito) "una sociedad que le suele dar a los pĂşberes más autoridad que a los adultos"... como si eso no fuera culpa de los adultos, incluyĂ©ndome, que tienen el poder sobre los niños hasta cierto punto muy avanzado en sus vidas. O si el problema es que, en muchos casos, tĂtulos de literatura juvenil venden mucho más que la literatura "seria". Repito: venden. Cuando Santos habla de que la literatura juvenil tiene un objetivo de mercado, ¿quiere decir que si voy a la librerĂa me regalan El Conde de Montecristo o Madame Bovary? Porque utilizar este argumento me parece, como mĂnimo, triste. Todos los libros tienen un fin comercial, por más estĂ©ticos que pretendan ser o por más temas "serios" que toquen. No jodamos, muchachos. Todo libro es comercial.
Lucas Soares, cita el autor, canta la posta sobre todo esto, que creo derriba la misma nota en unas pocas lĂneas. Sobre la "literatura como espectáculo", dice que "eso es algo que no está ni bien ni mal, sino que viene a dar cuenta del signo de la Ă©poca, ligado a una espectacularizaciĂłn de lo afectivo fagocitada por la democratizaciĂłn de canales de difusiĂłn que genera la web". Podremos tener nuestras distintas opiniones cuando habla de la espectacularizaciĂłn de lo afectivo, pero creo que el resto es exactamente eso. Todas las Ă©pocas histĂłricas tuvieron representaciones de sus movimientos (sĂ, asĂ lo llamamos), caracterĂsticas, problemas, virtudes; ¿tanto problema con que nosotros seamos una más?
Y como critico la falta de un objetivo (ex o implĂcito) por parte del autor, más allá de criticar la nota que me pareciĂł muy irrespetuosa con los booktubers y, por consiguiente, con todos los que hacemos lo que ellos a travĂ©s de otros medios, es el siguiente: cuando se habla de "buen crĂtico literario", ¿por quĂ© es bueno? ¿Por quĂ© se adula la falta de emociĂłn frente al libro, la "objetividad" (que, sorry, no existe), la falta de involucramiento en las reseñas? ¿Por quĂ© la mayorĂa de las notas analizando el fenĂłmeno insisten en querer hacernos quedar mal? Y aprovecho para que puedan leer las verdaderas respuestas de Maca Yanelli y las comparen con las partes que el autor utilizĂł en la nota (y presten atenciĂłn, por el amor de Dios, cuando el autor le pregunta sobre si su carrera la alejĂł de la literatura juvenil; es exactamente lo que intento mostrar en este descargo).
Creo que hay una terrible subestimaciĂłn de parte de otras generaciones para con la nuestra. ¿Por quĂ© expresar emociĂłn está mal? ¿La literatura no es arte? ¿El arte no está hecho para la reinterpretaciĂłn constante, la interpelaciĂłn del que acceda a Ă©l?
We Need Diverse Books, por poner uno de los tantos ejemplos, que creo es el de más renombre, no se generĂł con un corazĂłn de piedra y la bĂşsqueda de "objetividad" a la hora de leer un libro. Las relaciones humanas hace tiempo (y en mi opiniĂłn jamás fue asĂ, pero ponele) dejaron de darse sĂłlo para reproducirse y sobrevivir a la Ă©poca. Y si la literatura es un reflejo de todo esto, ¿en quĂ© cabeza cabe que la literatura no pueda ser una "novelita" o una increĂble obra de arte a pesar de no ser considerada una lectura clásica? ¿Por quĂ©, entonces, las reseñas tienen que estar privadas de lo subjetivo, de lo emocional, de lo que nos hace humanos?
WNDB no se generĂł por crĂticos o comunicadores "profesionales", los cuales estaban muy ocupados leyendo libros "serios" y mirándonos desde arriba como para darse cuenta de que en la literatura falta diversidad en cuanto a temas de sexualidad, razas, religiĂłn, etcĂ©tera. Se generĂł por jĂłvenes, por lectores de literatura juvenil (si vas a escribir, hablar u opinar sobre un tema, por el amor de Dios, leĂ© sobre el tema y leĂ© literatura juvenil), por gente que decidiĂł dejar de lado lo correcto para tirarse de cabeza hacia aquello que para ellos vale la pena.
Repito la palabra del dĂa, del mes, del año: empatĂa. En vez de criticar a los jĂłvenes que leen literatura juvenil, ¿por quĂ© no preguntarse por quĂ© lo hacen y quĂ© sacan de eso? En vez de criticar a jĂłvenes que leen, ¿por quĂ© no acercarse a ellos para charlar de lo que leen, intercambiar opiniones sobre lo leĂdo y los temas que comparten todos los gĂ©neros? ¿Por quĂ© no dejamos de tenerle miedo a lo que no es igual a lo que nosotros hacemos?
La literatura juvenil no nace de un repollo, sino que es escrita por seres humanos. Gente real. Feministas. Genderqueers. Personas que están en contacto con lo que los rodea, que son permeables a su entorno.
La literatura es una herramienta de reflexión y (auto)reconocimiento. Es dialogar y compartir. Es disfrutar de lo que uno lee por disfrutarlo, no porque tiene que leerlo o analizarlo. Y la literatura no es espectáculo. Y si un lector asà la considera, entonces le recomiendo que se replantee por qué lee y qué lee. Quizás, hablando desde la propia experiencia, no está leyendo lo que lo hace feliz.